Tres aspectos que preocupan al Pentágono frente al empleo de armas nucleares

 


En conformidad con la teoría de disuasión nuclear, el objetivo de los estrategas militares se sintetiza en convertir en insostenible al empleo de armamento nuclear en el campo de batalla para cualesquiera de los beligerantes, a efectos de impedir una escalada, o bien una guerra nuclear total.


 


 


La integración convencional y nuclear es, en los hechos, un término inapropiadamente diseñado por estrategas del concierto castrense al fundamentar la planificación interna de escenarios, cuando contemplan el empleo de armamento nuclear para respaldar lo actuado por fuerzas terrestres.


 


Así las cosas, los citados estrategas se abrazan a este concepto de empleo de armas nucleares en conjunto con, o bien para apoyar, las operaciones de fuerzas tradicionales; la integración nuclear-convencional busca retornar cualquier contexto de uso de armamento nuclear -ya fuere debido a un primer ataque de un adversario, o bien a uno procedente de los Estados Unidos- a un estado anterior de disuasión.


 

Tras lo cual, debe advertirse: de manera imprecisa, muchos utilizan el término ‘armas nucleares tácticas‘ para describir los tipos de armas que podrían ser utilizadas en un teatro de operaciones dado, en situaciones que involucran la oposición de fuerzas terrestres o de superficie. Simplemente, no es un modo útil para atender al empleo o la planificación del uso de armas atómicas, sin embargo, en razón de que el concepto ‘tácticas’ implica límites para las fuerzas militares tradicionales desplegadas una contra otra como parte del escalafón más bajo del conflicto. Adicionalmente, cualquier empleo de armamento nuclear comporta una significancia estratégica, esto es, el escalón más elevado en cualquier enfrentamiento.


 


 


Si los Estados Unidos de América o bien otro beligerante, o bien ambos, recurrieran al empleo de armamento nuclear, el objetivo de los EE.UU. coincidirá con un retorno a un estado previo de disuasión nuclear -del modo más rápido posible. A tal efecto, los Estados Unidos cuentan con tres opciones de réplica fundamentales:


 


-Una escalada intencional (a modo de demostración de fuerza, o como ataque punitivo)


-Una réplica de similar tenor (esto es, retribuir con un ataque nuclear, mediando un arma de idéntico poder explosivo contra un objetivo de similar magnitud)


-Una respuesta proporcional (que puede, o no, involucrar un arma nuclear)


 




Discriminando entre las opciones disponibles




Cada una de las tres opciones de réplica comporta riesgos diferenciados que han de ser sopesados, a criterio de consolidar el objetivo de retornar a un escenario previo de disuasión nuclear.


 


Vale la pena explorar tales alternativas, con miras a ilustrar la complejidad inherente al empleo de una o más armas nucleares en el frente de combate, y para incrementar la comprensión de las opciones estadounidenses en tal escenario -allí donde la meta es evitar una guerra nuclear a gran escala. En orden invertido, pues:


 


1. ¿Cómo puede ser proporcional una réplica estadounidense, si ésta no involucra el uso de un arma nuclear? Nuevamente, ¿cómo empleó el arma el adversario, con qué finalidad, y cuál fue la potencia del dispositivo utilizado?


 


Si un oponente empleó una unidad táctica de bajo poder explosivo contra un objetivo estrictamente militar, acaso responder con otra arma nuclear contra un objetivo similiar pudiera no ser una respuesta efectiva.


 


Si la meta es regresar a un estado previo de disuasión, emplear armamento convencional como réplica -a efectos de consolidar un objetivo similar en perjuicio de las fuerzas del oponente o adversario- podría ser más efectivo responder con un arma nuclear.


 


Asimismo, los Estados Unidos podrían aferrarse a un sendero ‘superior‘, y obtener respaldo internacional a partir de una restricción autoimpuesta -es decir, tras no replicar con armamento atómico.


 


2. Al considerarse una respuesta de igual tenor, los Estados Unidos ejecutarían un ataque nuclear contra la nación que hubiese atacado en primera instancia, recurriendo a un dispositivo de igual poder explosivo, y al mismo calibre del objetivo atacado inicialmente.


 


En un examen de superficie, la alternativa de una réplica de igual magnitud se presenta atractiva. Sin embargo, con frecuencia se trata de la última opción deseable -particularmente cuando el objetivo estadounidense consiste en retornar, como ya se dijo, a un estado previo de disuasión.


 


Esta alternativa también presupone que la respuesta americana puede detectar un objetivo similar y consolidar un impacto del mismo tenor, y que los Estados Unidos pueden comunicar su intento al adversario.


 


Un ataque nuclear como réplica de igual magnitud podría escalar el empleo de armamento atómico, o bien normalizarlo, en el teatro de operaciones. El decidir una escalada nuclear total implicaría que un oponente utilice armamento nuclear contra objetivos no-militares, esto es, contra ciudades o contra infraestructura crítica de los EE.UU..  


 


No obstante, esto no significa que una réplica de igual tenor sea siempre una opción errónea. Al proceder contra un adversario de la talla de Corea del Norte, esa decisión sería superior para un presidente estadounidense de lo que sería actuar contra China o versus Rusia. Corea del Norte no solamente cuenta con un arsenal nuclear limitado, sino que sus sistemas de misiles/vectores son imprecisos.


 


Si Corea del Norte decidiera utilizar un arma nuclear contra Corea del Sur con limitado éxito, podría ser razonable para los EE.UU. replicar con un arma nuclear de bajo poder explosivo, a criterio de probar la predisposición americana de recurrir a su capacidad nuclear, pero no inclinándose por una escalada. En tal escenario, parecería razonable que una réplica de ese orden comportara un efecto disuasivo.


 


3. El responder al empleo de armas nucleares por parte de un oponente mediante una escalada intencional podría presentarse como la alternativa más provocativa, aunque podría consignar una réplica apropiado ante escenarios específicos.


 


 


Esto podría ser particularmente certero, si la respuesta estadounidense consistiera en algo más que un ataque nuclear, e involucrara recursos del ciberespacio y una réplica contra objetivos con base en el espacio exterior, a criterio de demostrar que los Estados Unidos cuentan con ventaja en cualquier concierto de intercambio nuclear -y bien podría bloquear por completo las opciones rusas.


 


Semejante réplica americana podría dejar en claro a Moscú que el retener la capacidad que posee sería un escenario deseable frente a una escalada recurrente, con potencial para eliminar la paridad rusa en una etapa de enfrentamiento nuclear.


 




No se trata sólo de armas nucleares




Toda vez que la integración nuclear-convencional es apenas uno de los componentes de la estrategia nuclear, resulta importante comprender el concepto.


 


Una evaluación sobre la integración convencional-nuclear (esto es, al atenderse al empleo de un arma nuclear como parte de un enfoque holístico frente a una situación de desarrollo amplio) es bastante más efectiva que el intentar clasificar un arma nuclear como ‘táctica‘, en razón de que la calificación de ‘táctica‘ es una distinción artificial que, en la estrategia, no tiene efectos prácticos.


 


Cualquier intento de clasificar un arma atómica como ‘táctica‘ o ‘estratégica‘ es un ejercicio fútil que no conduce a una comprensión óptima del escenario en el cual un arma nuclear ha sido utilizada. De igual manera, esa clasificación limita la capacidad americana a la hora de formular un respuesta adecuada que conduzca al estado previo de disuasión.


 


Complementariamente, es importante comprender que las opciones estadounidernses involucran a más aspectos que la mera réplica con su arsenal nuclear. La integración convencional-nuclear se trata de fusionar opciones nucleares con otros elementos del poderío militar a nivel del frente de combate, y de los intentos en pos de evitar un eventual empleo de armamento nuclear contra objetivos no-militares.


 


En consecuencia, cualquier réplica estadounidense frente a un adversario que ha utilizado armas nucleares, deberá ponderar la mejor manera para regresar a un status previo disuasivo.


 


Será importante que los EE.UU. puedan comunicar la efectividad de la respuesta. Lo cual es igualmente cierto en las tres categorías más amplias, delineadas previamente.


 


Si los Estados Unidos se propusieran ejercutar una réplica no-nuclear como medida proporcional, será crítico garantizar que el adversario no interprete la decisión americana como una falta de predisposición a utilizar armamento atómico, al ser necesario.


 


Si los EE.UU. pudieran replicar con armamento estrictamente convencional y consolidar un objetivo militar similar al buscado por el oponente tras utilizar armas nucleares, ello consignaría un poderoso mensaje.


 


Sin embargo, este enfoque exigiría que los Estados Unidos comuniquen al oponente, a la ciudadanía, a terceros países y al oponente, la intencionalidad de la respuesta.


 




La importancia de la comunicación




Si de lo que se tata es de impedir una escalada, los Estados Unidos habrán de acompañar su decisión con dos mensajes.


 


Uno de ellos habrá de convenir el propósito estadounidense de retornar al comentado status de disuasión anterior; la contraparte deberá convenir que los EE.UU. estarían dispuestos a recurrir a un procedimiento devastador, si las presiones continúan.


 


Si los EE.UU. responden al empleo de armas nucleares definido por un adversario, con una escalada intencional, deberán los EE.UU. probar que esa respuesta incapacitará definitivamente al oponente.


 


Pero, de igual modo, los Estados Unidos deberán comunicar su deseo de regresar al estado disuasivo previo, o bien arriesgar a que el adversario efectúe los cálculos necesarios para vaciar sus arsenales nucleares previo a perder su capacidad para responder con ese armamento.


 


No existe margen para el error: el empleo de armamento nuclear en un teatro de operaciones es una proposición terrible. Con todo, es menester comprender que el escenario de un intercambio nuclear limitado no tiene por qué conducir a una guerra nuclear total.


 


Finalmente, deviene en crucial comprender las opciones americanas y comunicar la eventual réplica frente a un adversario con capacidad nuclear, a efectos de garantizar un retorno al status disuasivo previo.


 


Para lograrlo, no obstante, los EE.UU. habrán de retener flexilibidad en sus capacidades nucleares, y también una ventaja militar, tanto en el orden cibernético como en sus sistemas desplegados en el espacio exterior.


 


 


Una vez que se toma consciencia de la totalidad de los niveles involucrados, la postura nuclear estadounidense se granjeará una importancia cada vez mayor, al comparársela con otras variables de la superioridad militar de los Estados Unidos.


 

El concepto de la integración nuclear-convencional es, apenas, uno de los componentes. No obstante, si los EE.UU. fracasaran en este particular escenario, las probabilidades de que se utilicen armas nucleares en teatros de operaciones se incrementarán dramáticamente -y, con ello, se incrementará también la probabilidad de ocurrencia de una guerra nuclear total.  

Artículo original, en inglés

El autor, Matt Schoenfeldt, es oficial retirado de Artillería en el Ejército de los Estados Unidos. Sirvió ante el Pentágono como asistente para la Jefatura del Estado Mayor Conjunto.

 

Leave a Reply

Your email address will not be published.