En cierto sentido la piel es nuestra máscara, pero, en este caso, la máscara no esconde sino que refleja todo lo que pasa en el interior. Sus señales, color, elasticidad, cambios, arrugas… indican cualquier pequeño desequilibrio del organismo, ya sea provocado por causas externas (sol, alergias, golpes) o internas (estrés, ansiedad, trastornos de otros órganos, mala alimentación … ).
El buen estado de nuestra envoltura refleja un buen estado de salud. Por eso, Si mantenemos la piel sana ayudaremos a prevenir trastornos que a veces no relacionamos con este órgano tan exterior.
Síntomas en la piel que indican problemas de salud
Si descuidamos estas normas preventivas, facilitamos muchos de los trastornos que afectan directamente a la piel o pueden manifestarse a través de ella. El primer síntoma será el estético: piel ajada, sin elasticidad, manchas… Pero también se abre el camino a otras afecciones cutáneas. Veamos las más frecuentes:
Placas rojizas en diferentes partes del cuerpo
La dermatitis o eccema atópico es una inflamación de la piel que se manifiesta en forma de placas generalmente rojizas en diversas partes del cuerpo (sobre todo la cara interna de los codos y las rodillas) y se puede acompañar de picor, ampollas, costras…
Sus causas pueden estar relacionadas con las alergias a ciertos alimentos (leche, pescado, frutos secos…), ácaros y polen, y también a ciertos medicamentos (por ejemplo, antiinflamatorios y antihipertensivos), jabones, sustancias químicas y prendas ajustadas o de materiales sintéticos.
Asimismo, los brotes de eccema pueden desencadenarse por situaciones de estrés, tensiones emocionales o estados de angustia y ansiedad.
Granitos en diferentes partes del cuerpo
El acné es una afección cutánea originada por una alteración de las glándulas sebáceas que cursa con la obstrucción de los poros. Aparece sobre todo como consecuencia de los cambios hormonales que estimulan la producción de sebo en la adolescencia, durante los períodos menstruales o el embarazo. Sin embargo, puede agravarse por el estrés, el uso de ciertos fármacos (píldoras del control de la natalidad) o el abuso de comidas copiosas.
Exceso de sudoración
La hiperhidrosis o exceso de sudoración se manifiesta sobre todo en las manos, axilas, cara y pies.
Su causa no está establecida, aunque se cree que está relacionada con una hiperactividad de las fibras simpáticas que puede ser originada por una alteración endocrina o una enfermedad del sistema nervioso central.
Picor por todo el cuerpo
La urticaria una alteración alérgica de la piel que suele acompañarse de prurito e inflamación que provocan una comezón intensa.
Suele relacionarse con la ingestión de ciertos alimentos o medicamentos como la penicilina, sulfamidas o anticonvulsivos, o, en algunos casos, con la exposición a la luz solar.
Herpes recurrente
Lo produce un virus que tras una primera infección queda aletargado en el organismo a la espera de tener otra posibilidad de manifestarse. La ocasión suele llegar cuando hay un bajón de defensas (debilitación del sistema inmunitario), con la menstruación en muchas mujeres o con el estrés emocional.
Placas escamosas e inflamadas
La psoriasis una enfermedad crónica que produce placas escamosas e inflamadas a causa de un crecimiento anómalo de las células de la piel.
Afecta principalmente a los codos, rodillas y cuero cabelludo.
No se conocen las causas, aunque se vinculan con el queratinocito, el tipo de célula mayoritario en la epidermis.
En cuanto a los posibles desencadenantes, la dermatóloga María Jesús Torres explica que “aunque, entre las enfermedades de la piel es la gran desconocida, sí se ha establecido una relación clara entre situaciones de estrés o angustia elevada con su desarrollo”.
El estrés produciría un aumento del nivel de adrenalina que incrementaría el flujo de sangre hacia la piel y agravaría el problema, que también se relaciona con un exceso de tóxicos.
Enfermedades de la piel con un origen emocional
Como puede verse, las alteraciones emocionales pueden desencadenar o agravar una afección cutánea.
De ahí la importancia de elaborar un historial clínico exhaustivo que determine si se trata de una patología puntual debida a factores hereditarios, inmunológicos o alergénicos o es consecuencia de un trastorno psíquico subyacente.
Y es que el estado anímico también se refleja en la piel.
De hecho, la relación existente entre la piel y el sistema nervioso se remonta a nuestro primer estadio embrionario.
El ectodermo (la capa externa del embrión) es el causante de la formación de la piel, los órganos sensoriales y el sistema nervioso.
A través de la piel nos comunicamos con el entorno; es nuestra protección y nuestro contacto con el mundo exterior.
Cada centímetro cuadrado de piel contiene miles de receptores sensitivos vinculados con el cerebro.
A través de la piel sentimos una caricia o un escalofrío; nos sonrojamos ante situaciones que nos producen pudor o vergüenza; sudamos ante un estado de ansiedad o miedo; se nos pone la piel de gallina ante un temor o el frío…
Otras veces puede ser un trastorno emocional lo que se manifiesta o desencadena una dermatitis, psoriasis u otra afección cutánea.
Tratamiento convencional para las enfermedades de la piel
Las infecciones por hongos, bacterias y virus se suelen tratar con antimicóticos.
En las dermatitis y urticarias los desencadenantes pueden ser diversos. Según la doctora Torres, en la mayoría de los casos se producen cuando un alérgeno entra en contacto con el mastocito y éste, para hacerle frente, libera histamina, causante de la irritación.
Pero “situaciones de gran aflicción, como la muerte de seres queridos, se han relacionado también con el aumento de la inmunoglobulína (IgE) que puede provocar una dermatitis; ante una situación de estrés extremo, son típicos los casos de calvicie momentánea”, explica la doctora Torres.
Para estas afecciones, la medicina alopática receta antihistamínicos y corticoides, que si bien solucionan el problema inmediato (la manifestación en la piel), no evitan que se vuelva a desarrollar en otro momento.
Para la doctora Torres, el tratamiento con corticoides «puede ser necesario en un primer estadio para los pacientes que presenten un cuadro grave, pero no debe usarse de f arma continua, sobre todo por el efecto rebote que suelen causan>.
Entre los efectos negativos de los corticoides figuran la atrofia de la piel, la obstaculización de la cicatrización, variaciones en la pigmentación de la piel, aumento de la pilosidad (hipersutismo), diseminación de infecciones cutáneas víricas y, uno de los más peligrosos, el riesgo de la familiarización del organismo con el fármaco y, por tanto, de la reaparición del problema de forma más intensa.
Tratar una enfermedad de la piel supone que el paciente haga honor al nombre, ya que la paciencia resulta tan necesaria como la voluntad de mejorar.
Tratamiento psicológico para los problemas de la piel
Para la medicina natural muchas dermatitis son vías que encuentra el organismo para exteriorizar emociones escondidas. Por eso no hay que descartar la terapia psicológica de forma paralela con otros tratamientos para ayudar al paciente a enfrentarse a sus miedos más internos.
Según el doctor Daniel Bonet, la urticaria puede manifestar un sentimiento de víctima, explotación u opresión, o agresividad hacia uno mismo, pero con el deseo de que los demás lo sepan. La cólera puede desahogarse en forma de dermatitis, y las úlceras y escoriaciones de las manos revelar cierta automutilación.
Nuestra máscara protectora puede ser la primera en reflejar un problema anímico del que no seamos conscientes.
Tanto la medicina natural como la homeopática parten de la idea de que la curación sigue un proceso de dentro afuera; por consiguiente, la piel puede ser el último órgano en curarse. El paciente debe ser consciente de que la piel no es un órgano aislado y que él tiene que ser diagnosticado en su conjunto.
Así, sin descuidar aspectos importantes que pueden hacer necesarios los tratamientos convencionales, conviene poner en marcha los remedios naturales que, aunque haya que combinarlos con los primeros, ayudarán a reducir o a paliar los efectos farmacológicos.
Para el doctor Bonet, “Un buen tratamiento puede agrupar homeopatía y medicina china para equilibrar el organismo; fitoterapia para desintoxicar y como aplicación tópica; nutrición e higiene para prevenir y ayudar al sistema inmunitario, y orientación psicológica para reconocer las tensiones internas”.
Tratar una enfermedad de la piel supone que el paciente haga honor al nombre, ya que la paciencia es tan necesaria en este caso como la voluntad de mejorar. Recuperar la salud de la piel conlleva arreglar el problema que ha causado su afección y eso a veces implica cambios profundos en las costumbres.
Remedios naturales para los problemas de la piel
Cualquier tratamiento relacionado con la salud de la piel siempre debe acompañarse con el cuidado de la alimentación y la higiene, a fin de que las numerosas funciones de este órgano se activen de forma correcta.
Acné
Se recomienda el uso de la sauna o los baños de vapor con esencias de lavanda para limpiar los poros.
Es importante mantener la cara limpia; agua y jabón bastan para controlar la grasa.
Hay que usar paños limpios cada día para prevenir infecciones.
Dermatitis o eccemas
La hidroterapia, con baños calientes y fríos y envolturas, siempre bajo control médico, se ha demostrado muy eficaz.
Se recomienda añadir al agua harina de avena y no usar jabones agresivos; secarse con la toalla sin frotar y aplicar una crema hidratante.
La ropa debe ser holgada, mejor si es de algodón o lino.
Las compresas húmedas con suero fisiológico también alivian la quemazón.
Herpes
Hay que mantener el sistema inmunitario a tono para que pueda combatir el virus del herpes. También conviene evitar los rayos solares con cremas protectoras.
Una vez aparecido, las cataplasmas de harina de fenogreco aceleran la maduración de las pústulas, así como el aceite de árbol del té. El chocolate y los cacahuetes tienen fama de favorecer el crecimiento del virus.
Psoriasis
La dieta es importante en el tratamiento: debe asegurar el aporte de vitaminas A, C. E, ácido fólico, ácidos grasos omega-3, selenio y cinc, y moderar las grasas animales, el alcohol y el tabaco.
Como paliativos se recomienda evitar el estrés, tomar baños de sol, mantener la piel hidratada para evitar la sequedad y la descamación, tomar baños de agua caliente para reducir el grosor de las placas y baños de aguas sulfuradas.