El estrés tiene varias repercusiones sobre el sistema digestivo. Se estima que hasta un 40-60 % de pacientes con problemas de estrés y ansiedad pueden tener también un trastorno de la digestión, sea en la parte alta o baja del tracto.
El estrés puede provocar un reflujo gastroesofágico, por aumento del ácido clorhídrico en el estómago. También puede tomar la forma de una gastritis por inflamación del estómago, con dolor, náuseas y sensación de llenura.
El médico gastroenterólogo Gregorio Santana explica que el tubo digestivo está conectado con un sistema de doble vía al sistema nervioso central (eje cerebro-intestino). Cuando tenemos estrés, se ve afectado el impulso nervioso que va hacia el sistema digestivo y que, en circunstancias normales, hace que todo funcione bien.
En el caso del intestino irritable, puede deberse a un impulso causado por una mala conexión cerebro-intestino. Santana señala que hay varios mediadores enzimáticos que hacen que este impulso no llegue bien, y hacen que el colon se mueva muy rápido o muy lento, y cause diarrea o estreñimiento, respectivamente, o proliferación de bacterias productoras de gas, con distensión del colon, hinchazón y dolor.
“Estos trastornos funcionales, sobre todo el síndrome del intestino irritable, son una causa importante de ausentismo laboral, hasta un 20 %, sobre todo en países industrializados”, añade el especialista.
Generalmente, estos trastornos funcionales se dan en pacientes jóvenes, de 20 a 40 años. Cuando se presentan en personas mayores de 45 años, el médico debe descartar otro tipo de patologías, con exámenes complementarios para descartar que este paciente tenga lesiones premalignas o malignas.
La automedicación con antiinflamatorios podría empeorar los síntomas
Los síntomas gastrointestinales comunes debido al estrés son acidez estomacal, indigestión, náuseas y vómitos, diarrea, estreñimiento y dolor abdominal inferior o superior asociado, enumera el doctor Asad Ur Rahman, del área de gastroenterología, hepatología y nutrición de Cleveland Clinic.
Son problemas bastante comunes en la consulta diaria, y puede ser un desafío diferenciar los que se derivan del estrés de los que están asociados a otras anomalías orgánicas.
¿Qué hacer con los síntomas hasta recibir atención médica especializada? “Es importante buscar atención sobre cualquier síntoma gastrointestinal nuevo”, dice Rahman. Vaya a su médico de atención primaria o gastroenterólogo.
Muchas dolencias comunes, como el reflujo gastroesofágico (RGE), responden bien a modificaciones en el estilo de vida: evite las comidas nocturnas, pesadas y grasosas; reduzca el consumo de alcohol y tabaco; y reduzca el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) —conocidos como analgésicos— más utilizados en adultos, como el ibuprofeno o la aspirina. “Se recomienda no usar Google para autodiagnosticarse”, es la recomendación complementaria.
¿Qué tiempo puede durar un tratamiento médico destinado para enfermedades gástricas? Esto puede depender del diagnóstico subyacente. “Las enfermedades infecciosas pueden durar días o semanas. El síndrome del intestino irritable puede desarrollarse temprano en la vida y puede durar años o décadas”, diferencia el doctor Rahman.
Además de los AINE, los pacientes con gastritis deben abstenerse del uso imprudente de antibióticos. “Consulte a su médico con urgencia si tiene sangre en las heces, heces negras, vómitos con sangre, pérdida de peso involuntaria o antecedentes familiares de cáncer gastrointestinal”.
Sobre todo, cuide su salud emocional y no se asuste antes de tiempo, pero tampoco se confíe. “El eje intestino-cerebro puede ser bastante complejo, y puede dar lugar a los síntomas gastrointestinales ya mencionados. Por ello, la principal advertencia es consultar a su médico de cabecera y hablar sobre estas señales, asegurándose de realizar todos los estudios necesarios antes de atribuir sus problemas al estrés”.
Cuando las molestias son más que una respuesta emocional
La sintomatología del cáncer puede ser muy leve: un dolor, una molestia o un cambio en el hábito evacuatorio. Las lesiones premalignas pueden no dar ningún tipo de síntoma. Por eso, a partir de los 45 años, todas las personas se benefician de una colonoscopia preventiva; y, si tienen problemas digestivos, se puede descartar un trastorno orgánico y catalogarlo como funcional.
Si usted es joven pero tiene malestares a menudo, y los ve como un signo de alarma, busque ayuda médica para que le hagan exámenes complementarios en caso de:
- Estreñimiento que se produjo en los últimos tres meses.
- Pérdida de peso inexplicable o anemia.
- Sangrado visible o heces oscuras.
“Si hay sangrado, debemos descartar algún tipo de patología orgánica, sobre todo tumoral”, dice Santana.
Liberarse del estrés es complicado; no es cuestión de tener o no fuerza de voluntad, sino un asunto de salud psicoemotiva, y requiere ayuda profesional de un psicólogo y, en algunos casos, de un médico psiquiatra.
“A más de llevar una vida tranquila, una buena alimentación y ejercicio pueden liberarnos de una parte de esa ansiedad; y, si no podemos autocontrolarnos, hay especialistas que pueden acompañar el tratamiento del gastroenterólogo.
Tipos de alimentos que empeoran los problemas gástricos
Ciertos tipos de alimentos hacen que el sistema digestivo no funcione bien. El exceso de grasas saturadas y carnes procesadas (embutidos, ahumados, precocidos) tienen sustancias como las nitrosaminas, factores de riesgo para cáncer de estómago y colon.
El exceso de carbohidratos, sobre todo harinas blancas, de azúcares refinados y de bebidas azucaradas conlleva varios trastornos, como el hígado graso.
Desayune bien, almuerce en menor cantidad y en la merienda tenga un plato balanceado, con proteína, vitamina y poco carbohidrato. “No mezclemos los carbohidratos: un solo carbohidrato con una buena proteína y ensalada, tres veces al día; y entre comidas, alguna ración que nos ayude a una mejor digestión”, dice Santana.
¿Complementa su alimentación con suplementos o productos naturales? A algunas personas estas tabletas, polvos o infusiones les dan cierta sensación de seguridad y bienestar, pero el doctor Santana dice que hay que diferenciar entre los productos naturales y los naturistas. “La mayoría de los productos naturistas no tienen un registro sanitario, no tienen aval de una agencia y prometen causar varios beneficios a la vez. Generalmente no curan nada. Lo ideal es acudir a su médico de confianza para que lo diagnostique y le dé un tratamiento”.
En cambio, los productos naturales que puede consumir son las fibras en productos integrales, como la avena, las ciruelas pasas y los frutos secos.
“Pero si usted obtiene en una tienda un frasco de mil pastillas por $ 5, recuerde esto: todo se metaboliza en el hígado, y un producto de procedencia incierta puede desencadenar alguna enfermedad hepática, porque no sabemos lo que contiene”. (I)