Este 24 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Tiroides. En España, se diagnostican entre 4.000 y 5.000 casos cada año. La edad medía se sitúa entre los 40 y 60 años. Y la mayoría de los pacientes son mujeres (79%) frente al 21% de hombres.
Así lo especifica el doctor Javier Santamaría, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN):
- “Es más frecuente en la mujer, ya que la prevalencia en las féminas es 3 o 4 veces mayor que en el hombre”
Sin embargo, tal y como explican desde la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAT), al contrario que en el resto de tumores, “la mayoría de los cánceres de tiroides presentan un crecimiento lento”.
El pronóstico, además, es muy esperanzador. La supervivencia a cinco años es de un 96,9%, siendo 99,7% para estadios localizados y 57,8% para aquellos más avanzados. “La mayoría de los cánceres de tiroides se eliminan totalmente con cirugía y tratamiento, según su tipo”.
Síntomas del cáncer de tiroides
Es uno de los cánceres más silenciosos, ya que la mayoría de los casos no produce ningún tipo de síntoma, siendo el principal un bulto o nódulo en el cuello. Además:
- Dolor en el cuello, mandíbula u oído.
- Ronquera.
- Tos crónica.
- Dificultad para respirar.
- Sensación de opresión en la garganta.
- Dificultad para tragar.
Aunque, como resaltan desde AECAT, “todos estos síntomas derivan simplemente de la existencia del bulto o nódulo en la tiroides. Sin embargo, esto no implica que el nódulo sea un cáncer. Hay muchas otras causas por la que puede aparecer un bulto en el cuello, y solo 5 de cada 100 resultan maligno”.
Factores de riesgo
- Sexo y edad. Se diagnostican con mayor frecuencia en las mujeres y, sobre todo, entre los 40 y 59 años.
- Antecedente familiar.
- Exposición a radiación.
- Enfermedad de Cowden. Es un trastorno hereditario que se caracteriza por la formación de tumores benignos, aunque representa un mayor riesgo de desarrollo de tumores malignos.
- Tiroiditis de Hashimoto. Enfermedad que produce una reacción del sistema inmunitario contra la glándula tiroidea.
- Dieta alta en yodo.
¿Cómo se diagnostica?
El médico especialista en endocrinología es el encargado de recabar toda la información, a través de la historia clínica, y realizar diferentes pruebas para descartar o confirmar la presencia de un carcinoma o tumor maligno.
- Examen físico. A través de la palpación, se puede tener en cuenta las características de los nódulos, su dureza y solidez o la presencia de ganglios cervicales.
- Análisis de sangre. Aunque una analítica de sangre no puede aportar si un nódulo es cancerígeno, si indica si está funcionando de forma normal. Así, se pueden realizar otras pruebas complementarias que arrojen luz al diagnóstico.
- Ecografía. Es otra prueba que ayuda a diagnosticar el cáncer de tiroides. Mediante esta prueba de ultrasonido indolora y muy rápida, se puede medir el tamaño de la tiroides, así como tu tamaño y número de nódulos. Es un examen médico clave: orienta sobre la necesidad de realizar otro tipo de pruebas.
- Punción Aspiración con Aguja Fina (PAAF). Se realiza en aquellos nódulos solitarios de más de 1 centímetro y en micronódulos en los que, en pruebas anteriores, haya indicios de carcinoma o tumor maligno.
TNM: La clasificación del cáncer de tiroides
- T: Tamaño tumoral.
- N: Estado de los ganglios.
- M: Presencia de metástasis.
Los especialistas de la AECAT remarcan que “si estás en esa situación, los pasos a seguir dependerá del criterio del endocrinólogo que lleve tu caso individual”.
Pero, “si decidiera vigilar el progreso del nódulo durante un tiempo, recuerda que es importante que realices en plazo todas las revisiones y pruebas que te vaya pautando sin excepción alguna. Si, aun así, no te quedas tranquilo, pide una segunda opinión”.
Tratamiento del cáncer de tiroides
El siguiente paso después del diagnóstico es la intervención quirúrgica, que tiene como objetivo “eliminar o frenar la enfermedad y evitar la propagación del cáncer a los órganos vecinos y/o a distancia”.
El doctor Javier Santamaría explica que, no obstante, hay “evitar intervenciones que pueden dar lugar a morbilidades, pero a la vez, es necesario identificar aquellos que pueden evolucionar mal para poder aplicar precozmente estos nuevos tratamientos: numerosas moléculas que pueden frenar su desarrollo”.
Entre todos los tipos de cirugía que se pueden realizar, las más frecuentes son las siguientes:
- Tiroidectomía total. Es la extracción total de las glándulas tiroides. Esta extirpación total solo se realiza en los casos considerados de alto o medio riesgo, ya sea por el tamaño tumoral, la presencia de metástasis o antecedentes familiares.
- Hemitiroidectomía. Consiste en la extirpación de uno o dos lóbulos. Solo está disponible para pacientes de bajo riesgo y “con tumores inferiores a 1 centímetro sin invasión ganglionar”.
No obstante, como consecuencia de cualquiera de estas intervenciones, el paciente dejará de producir total o parcialmente las hormonas tiroideas T3 y T4. “Son esenciales para tu organismo, por lo que, a partir de ese momento, necesitarás tratamiento hormonal sustitutivo de forma indefinida”. Este tratamiento consiste en la toma de una pastilla diaria en ayunas.
Como cualquier intervención quirúrgica, la tiroidectomía no está exenta de riesgos:
- Disfonía. La operación puede producir “una afonía transitoria o un cambio en la voz”. Son consecuencias que, generalmente, desaparecen entre las dos y las diez semanas después de la intervención.
- Hipocalcemia. Durante las tiroidectomías, se pueden ver afectadas las glándulas paratiroides y son las encargadas de mantener el equilibrio de calcio y fósforo. “La hipocalcemia transitoria durante unos días después de la operación es relativamente frecuente (30% de los pacientes), pero se recupera, habitualmente con un tratamiento de unas semanas con calcio oral y, eventualmente, con vitamina D activada”. Esta complicación se presenta con hormigueos en dedos y labios y con calambres musculares.
El doctor Santamaría hace hincapié en que Wes una enfermedad frecuente, cuyo pronóstico es excelente, e incluso en los pocos casos de mala evolución existen, y cada vez más, opciones terapéuticas”, pero que “en términos generales, el pronóstico de los cánceres de tiroides es muy bueno, lográndose curación en la gran mayoría de los casos.