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Noelia Tomoshige tiene nombre español, apellido japonés y corazón sevillano. Nacida en Triana, ha vivido los primeros veinte años de su vida en la capital andaluza, así que GURMÉ ha querido entrevistarla después de ser elegida como Pastelera Revelación 2023 en Madrid Fusión Alimentos de España.
La receta que le ha hecho ganar ese título tiene el nombre de «Furusato» y aúna matices nipones e hispalenses, una fusión que sirvió para conquistar al jurado y que resume el estilo de esta joven repostera con pastelería en Getafe: Monroebakes.
Tan solo un año después de abrir su establecimiento, esta sevillana ha conquistado a un jurado presidido por Paco Torreblanca. Su carrera como repostera tiene tan solo tres años pero ya ha conseguido alzarse con un título codiciado por todos sus compañeros del sector.
Estudió en Claret y ha vivido en Tomares, Bormujos o Mairena del Aljarafe, hasta que decidió poner rumbo a Madrid. Sus padres siguen en Sevilla y regresa al menos un par de veces al año.
– Siendo sus padres japoneses, ¿cómo es que nació en Sevilla?
– Mis padres siempre han sido unos enamorados de la cultura española y en los años 70 ganaron un concurso de flamenco en Japón cuyo premio era una estancia en Sevilla. Se enamoraron de la ciudad y decidieron quedarse allí a vivir.
– ¿Y el nombre de Noelia?
– De la canción de Nino Bravo, que a mis padres les encantaba.
– Qué recuerdos tiene de su infancia y su juventud en Sevilla?
– Siempre he tenido poco tiempo libre porque era nadadora profesional, pero cuando salía me encantaba ir por el centro, sobre todo tapear por la Alameda.
– ¿Qué cosas extrañaba de Sevilla cuando se fue a Madrid?
– Sobre todo la comida, porque en Sevilla se come bien en cualquier sitio. En Madrid hay de todo pero mucho más caro. Ocurre por ejemplo con las gambas, en Sevilla en cualquier sitio puedes tomar unas buenas pero en Madrid te sale mucho más caro. También extrañaba el humor sencillo que tiene el sevillano.
– Siendo repostera, imposible no preguntarle por el dulce sevillano que más recuerda.
– La verdad es que recuerdo los churros. Siempre ha sido lo que más me ha gustado, unos buenos churros la Madrugá del Jueves Santo o al volver de la Feria.
– ¿Cómo empezó lo suyo con el mundo dulce?
– Trabajaba como dependienta en la tienda de Balenciaga en El Corte Inglés de la Castellana, pero pensé que quería tener un negocio propio y quise formarme como repostera. Me apunté a un curso de repostería en Le Cordon Bleu y entonces llegó la pandemia. Practiqué mucho en casa y entonces llegó el momento de abrir una pastelería.
– ¿Qué estilo tienen sus recetas dulces?
– Son una fusión de la cultura japonesa, francesa y española. No hago cosas clásicas ni acudo a recetas o técnicas habituales de otras pastelerías, y eso precisamente es lo que gusta a nuestros clientes. Podría decirse que mi público es aventurero, gente de mentalidad abierta que busca sabores nuevos.
– ¿Cómo cree que afectará este reconocimiento a su carrera?
– Los jueces me decían: ‘Prepárate para lo que viene ahora’. Y no sé qué es lo que viene, pero lo asumiré con ilusión.
– ¿Se siente sevillana, japonesa o madrileña?
– Un poco de cada sitio.
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