Tres de cada cuatro trabajadores mexicanos están estresados; hombres de entre 18 y 30 años son los más propensos. Las principales causas se relacionan con presión por parte de superiores, falta de estabilidad y asuntos financieros. En 2021, el 50 por ciento del mercado laboral era informal; en Puebla, el 66%. Cuatro de cada diez mujeres se encuentran en pobreza laboral, lo que las priva de adquirir la canasta básica alimentaria.
Con este contexto se llega al Día Mundial de la Salud Mental, el cual será conmemorado por la Ibero Puebla con una serie de espacios académicos y de participación. El primer conversatorio se centró en las características del estrés laboral, sus efectos y cómo transitar al cuidado de la salud integral.
Seis de cada diez personas en el mundo tienen algún tipo de trabajo remunerado. Sin embargo, más de la mitad de la fuerza laboral se encuentra en el sector informal. “Somos el país que más horas laborales tiene en América Latina. Además, vivimos en condiciones de discriminación”, expuso Gabriela Roldán Hernández, académica de la IBERO Puebla.
La especialista aseguró que el cuidado de la salud mental en el trabajo requiere de una revisión exhaustiva de los riesgos psicosociales a los que pueden estar sujetos los trabajadores. Para ello, se ha incluido el concepto de ‘trabajo decente’ en el artículo 2° constitucional. De igual manera, la NOM-035 establece criterios para el diseño de una cultura organizacional libre de violencias.
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Los entornos laborales deficientes dan cabida a cargas excesivas y control insuficiente de trabajo, inseguridad laboral, y riesgos para la salud mental. “Vivimos en una cultura organizacional que premia el presentismo. ‘Mira, aquí estoy en sábado, respondiendo los correos’”.
Algunas de las alteraciones más comunes en el trabajo incluyen el síndrome de desgaste laboral (burnout); ansiedad; perturbación en el sueño; depresión, y trastornos alimenticios. Se estima que las incidencias en estas problemáticas se quintuplicaron tras la COVID. “No hemos dado espacios de duelo. Eso impacta en la conducta y el desempeño laboral”.
Datos de la OMS (2022) revelan que el 79% de las empresas en Norteamérica ofrecen planes de bienestar laboral; en Latinoamérica, la estadística desciende al 46%. Las instancias internacionales exhortan a generar plataformas que faciliten la incorporación al empleo remunerado, así como estrategias específicas para cuidar el bienestar de los trabajadores. Así lo indicó la académica Ivonne Tapia Villagómez.
“No solo hablemos de que la persona se enferma porque no se adapta. También hay veces en las que las condiciones del trabajo generan apatía”: Gabriela Roldán.
Proteger la salud mental de los trabajadores tiene múltiples beneficios para los empleadores, como retención del talento, disminución del ausentismo y aumento de la productividad. “Cada año se pierden 12,000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo cual equivale a casi un billón de dólares”.
Cuidado es trabajo
El trabajo tiene muchos rostros. El más reconocido se sitúa en el ámbito público, se relaciona con tareas económicamente productivas y es desempeñado mayoritariamente por varones. Mientras tanto, los quehaceres del ámbito privado, asignados históricamente a las mujeres, se basan en las labores domésticas y de cuidado y no generan remuneración.
“Todos los que estamos aquí lo estamos porque alguien nos cuidó. Esta es una base fundamental para que las bases productivas se puedan sostener”, argumentó Marcela Ibarra Mateos, directora del Laboratorio de Innovación Económica y Social (LAINES) de la IBERO Puebla. Aun así, los cuidados y el quehacer doméstico se dan por sentado en los hogares; cuando se ejercen como oficios, son mal pagados y carecen de seguridad social.
De acuerdo con el INEGI (2019), cinco de cada diez horas laborales se dedican a tareas no remuneradas. Las mujeres ocupan el 67% de su tiempo laboral a cuestiones de cuidados, mientras que los hombres solo destinan el 28% de sus jornadas. Ellas trabajan casi 60 horas a la semana; ellos, 53.3. De manera desagregada, las mujeres dedican casi 11 horas a la preparación de los alimentos, mientras que los hombres solo cinco.
Ibarra Mateos llamó a crear conciencia sobre las experiencias diferenciadas de estrés laboral, así como a construir un modelo incluyente de todas las ocupaciones. “Las mujeres llegamos a los entornos laborales productivos en condiciones desiguales, porque llegamos con la carga de las tareas del hogar”. E ironizó: “El trabajo es tan malo que te pagan por hacerlo”.
Las personas en el centro
Los esquemas de trabajo en favor de la productividad son herencia de la Revolución Industrial. El desarrollo tecnológico generó prácticas laborales con un enfoque basado en la adaptación de las personas a las máquinas. Los paradigmas de la ergonomía han contribuido a invertir la perspectiva para crear espacios de trabajo basados en las necesidades del trabajador.
De acuerdo con Diana Elizabeth Juárez Robles, la ergonomía no se restringe a la infraestructura y el cuidado de la integridad física. Factores como la actitud frente al envejecimiento, el trabajo en equipo, la repetición del trabajo y el apoyo por parte del supervisor y los compañeros deben tomarse en cuenta en el bienestar laboral.
Un trabajo ergonómico, señaló la catedrática de la Universidad Jesuita, tiene como base una correcta organización del trabajo en cuestiones de diseño de tareas, capacidad de decisión, horarios fijos y divisiones laborales justas. “Tenemos que poner al trabajador al centro y preguntarle cómo se sentiría mejor para realizar determinada labor”.