En entrevista con el programa Manos Libres en El Desconcierto, el cofundador del Instituto Kintsugi para el tratamiento del trauma asegura que “Chile no toma en serio la salud mental” y que “los medios retraumatizan a las familias y niños”. Para enfrentar el estrés y cuidar la salud mental, recomienda “disfrutar a la gente cara a cara con cariño y apego seguro”.
Llega el fin de año con todas sus implicancias y es posible advertir, en los distintos entornos, que la salud mental de los chilenos no está en su mejor momento. El notorio aumento de la delincuencia en todo el país, las permanentes fricciones en el tema político arrastradas desde el estallido social, la violencia escolar, el temor aún vigente a contagiarse con el COVID-19, el natural cansancio laboral y la incertidumbre en materia económica, entre otros factores, conforman un cuadro en que fácilmente las personas podemos ver agudizados síntomas de angustia, ansiedad, irritabilidad y estrés.
Por eso en esta nueva edición del programa Manos Libres en colaboración con El Desconcierto, conversamos con el psicólogo clínico y cofundador del Instituto Kintsugi para el tratamiento del trauma, Julio César Carrasco, a fin de conocer técnicas, prácticas, actitudes y comportamientos que puede ayudar a sobrellevar estas situaciones con un mayor grado de armonía a nivel personal y social.
Para el especialista, si nuestro país fuera un paciente, su diagnóstico sería un estrés postraumático complejo. “Todos los días viene a mi consulta un embajador, un representante de este llamado Chile con un trauma transgeneracional. Pese a que somos un país con pocos años de vida nos han pasado cosas feroces. Justamente en Kintsugi estamos haciendo un compendio de la historia del trauma en Chile, y aquí tenemos dos tipos de traumas, los traumas T mayúscula y los traumas t minúscula y la diferencia de esta letra es para referenciar las diferencias”.
Al respecto, explica que “los primeros son los eventos y catástrofes de los cuales ya nuestra geografía está plagada, somos un país que en ese nivel, está en el top ten. O sea, nos acostumbramos a vivir con terremotos, con el 30/30/ 30 (incendios) y normalizamos esto, pero, por otra parte, también tenemos las t minúsculas que tienen que ver con esas cosas que ocurrieron con los vínculos, con las relaciones personales”.
Según Julio César Carrasco, “Chile tiene un estrés postraumático complejo, que es una clasificación que va a estar en los nuevos libros (de sicología), y esto es porque nosotros ya somos hijos del rigor geográfico del que hablaba antes, pero, también somos hijos de este otro rigor”.
Recurriendo a los orígenes de nuestra patria, Carrasco graficó: “Desde que el español llegó a esta tierra se fueron generando diferentes momentos que son de una violencia increíble, es una historia de violencia y poder porque finalmente la historia trata de quien ganó la guerra y de quien tiene el poder porque ese señor es el que la escribe. Después apareció la historia social con Gabriel Salazar y otros, que han hablado de los que no ganaron”.
“Pero, en realidad, yo quiero ir más allá porque hay otra historia que es la del silencio, ya que el que tiene trauma a veces ni siquiera lo sabe y solo lo vivencia, no se acuerda y esto se repite, y quien padece de este estrés postraumático no solo le pasaron muchas cosas en el pasado, sino que también en el presente se le disparan eventos que le hacen recordar eso que vivió, lo vuelve a re experimentar, no avanza, no tiene futuro, está en un loop y eso es (lo que pasa con Chile)”, añade.
“El país no toma en serio la salud mental”
Más adelante, el psicólogo Julio César Carrasco se refirió a los negativos efectos que han tenido los distintos episodios que ha vivido el país en los niños y jóvenes, así como las -a su juicio-, deficientes estrategias para enfrentarlo.
“Cuando empezó el Covid se decía que luego vendría la otra pandemia que es la salud. Aparecieron nuevas autoridades y no ha pasado nada en realidad, excepto grandes titulares, pero en nada en concreto. Los siquiatras han escrito cartas al diario diciendo que el tema se escapó de las manos y nada. Esto de la violencia y los niños justamente se amplifica a través de la prensa y las redes sociales, generando otro trauma que es el trauma vicario. Esto es por exposición, porque si yo veo a alguien cercano o medianamente que le pasó algo terrible, eso a mí me traumatiza, y los medios que son hoy día tan fidedignos y repetitivos lo que hacen es retraumatizar a las familias y a niños, que ahora no salen a jugar, no se atreven a salir. Los papás los están atemorizando y, por lo tanto, no están gozando de un apego seguro que es lo que les permite llegar a ser un adulto sano”.
Para el especialista, “los papás están sobre cuidando muchas veces a los niños, que ya perdieron tres años de sociabilidad. Nosotros somos animales sociales, de eso dependemos, somo homínidos que venimos de los primates, seres sociales por naturaleza. Entonces, el no socializar nos corrompe, nos hace sentir solos, débiles, y vivir el estrés solito nos mata porque no tenemos un equipo con quien salir adelante”.
Respecto a la forma en que nuestra sociedad está abordando estas temáticas, el especialista fue enfático en su crítica: “El país no toma en serio la salud mental, en realidad no toma nada con seriedad y en esto hay que cuadrarse, y hay que decir las cosas con fuerza. Es el titular para la próxima campaña (política), pero a la hora de los ‘quiubo’ no está pasando nada. A mí me encantaría que (las autoridades) pudieran transparentar, cuando dicen que van a implementar nuevas campañas de salud mental a nivel gubernamental, cuánto le van a pagar a esos psicólogos y si las condiciones laborales son buenas o no. Esto porque, en realidad, esos colegas duran muchas veces tres, cuatro, cinco o seis meses hasta que los asaltan o se cansan y se van con burnout a su casa a buscar otra pega”.
Consultado por las razones que originan dichos desistimientos y e inoperancias en el sistema, Carrasco sostuvo que “eso de las renuncias se da demasiado porque las mediciones de eficiencia que tienen las instituciones estatales gobierno a gobierno -aquí hay que ser súper derecho, da lo mismo quien esté en el poder- al final son encuestas estadísticas que lo que marcan son otros indicadores y no los indicadores que son los realmente necesarios para poder cruzar lo cualitativo con lo cuantitativo. Entonces, al final cumplen la meta para que la Dirección de Presupuestos el próximo año les vuelva a generar las lucas para que las entidades que tienen la plata puedan seguir trabajando, pero con malos sueldos y malas condiciones laborales, y así es difícil que un profesional pueda hacer un trabajo de campo profundo y abnegado”.
“Una dosis adecuada de estrés”
Frente a todo este panorama y procurando la búsqueda de salidas que ayuden a sortear experiencias de soledad, angustia u otros trastornos del ánimo, el especialista expuso que la tecnología ha cumplido un rol importante en la conexión de las personas en este periodo, pero que también ha perjudicado la comunicación y el contacto físico.
En ese contexto, recomendó algunas actitudes a adoptar. “Aquí el concepto mágico es un buen estrés porque para salir de la zona de confort y (volver a reconectarse con los demás), es necesaria una dosis adecuada de estrés que me de la energía para sentir que tengo que salir de donde estoy como los pajaritos que salen de su nido. Entonces, nosotros tenemos que reinventarnos, estamos dejando de hacer muchas cosas, la gente se parapetó”.
Carrasco detalla que “los psicólogos infantojuveniles hablamos de lo nutricio, que es lo que le da la mamá a la guagua y que no es solo la leche de la pechuga, sino que es el abrazo, la canción de cuna, el aliento, la ternura, el calor, es más que el alimento. Entonces, cuando se junten con un amigo, con alguien significativo, ¡tóquenlo!, denle la mano, un cariño, si se puede, un beso, ¡compartan! ¡hagan salud! O sea, todo lo que no se puede hacer a través de la pantalla, y que se hace en vivo. Tómenle el pulso, no vivan (ese momento) en automático, ¡vívanlo con los cinco sentidos!, que ese minuto de estar de verdad cara a cara tenga una presencialidad y un presente perfecto. Hay gente que va (a juntarse con otros), pero está tan apurada en la conversación, tan preocupada de cerrar el negocio o en lo que tiene que hacer después, que mira el celular cada tanto rato y dice ‘oye, viejito, ya, qué bueno, quedamos en eso’, ¡y se perdió el momento! ¡te lo perdiste! ¡no supiste ni con chaqueta andaba el otro o si tenía bigote o barba!».
«Entonces -prosiguió el profesional- ¡disfruta la gente, te hace bien a ti! Para que entendamos una cosa, yo sé quién soy en la medida que me junto con otro y el otro habla cosas de mí. Uno aprende del otro gracias a este ´espejeo´. Entonces, ‘espejéemonos’ con cariño y apego seguro, uno necesita mano, abrazo, tocarse, esta cuestión nunca va a pasar de moda porque somos mamíferos”, concluyó.
- El programa “Manos Libres” en colaboración con El Desconcierto se transmite semanalmente en nuestro canal de YouTube.