En los últimos años se ha puesto muy de moda el ayuno intermitente, un tipo de alimentación que consiste en no comer nada durante un periodo prolongado de tiempo. De forma natural, solemos restringir la ingesta de alimentos en la franja horaria que va de la cena al desayuno del día siguiente. En el caso del ayuno intermitente, se amplían las horas de no ingesta durante 12,14, 16 o18 horas.
Investigaciones anteriores han demostrado los beneficios para la salud de las dietas de ayuno, incluida la capacidad de las células madres para regenerarse, la disminución de los efectos secundarios de la quimioterapia o la reducción del riesgo de desarrollar cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas y otras enfermedades relacionadas con la edad.
Ahora, un nuevo estudio realizado por la Escuela de Gerontología Leonard Davis de la Universidad de California Sur (USC) en EE UU, ha encontrado que llevar una alimentación basada en ciclos puede retrasar el deterioro cognitivo. Los resultados del trabajo dirigido por el gerontólogo y biólogo celular ítalo-estadounidense Valter Longo, el popular creador de la “Dieta de la Longevidad”, han sido publicados recientemente en la revista Cell Report.
El equipo de científicos sometió a periodos de ayuno a ratones genéticamente modificados para desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Encontraron que los ratones en ayunas sufrían una menor inflamación del tejido cerebral y mostraron un mejor rendimiento en las pruebas de capacidad cognitiva en comparación con los del grupo de control.
Durante el estudio, los ratones recibieron una dieta alta en grasas no saturadas (grasas buenas) y baja en calorías, proteínas y carbohidratos. El ayuno se realizó durante 4 o 5 días en dos ciclos por cada mes.
Los ratones que fueron alimentados con la dieta de ayuno mostraron niveles más bajos de dos marcadores de la enfermedad: beta-amiloide (proteína que forma placas en las células nerviosas de los pacientes de Alzheimer) y de proteína tau hiperfosforilada (principal impulsor de la demencia).
También encontraron que tenían niveles más bajos de estrés oxidativo, que según los investigadores, desempeña un papel en la enfermedad de Alzheimer al dañar las neuronas y contribuir a la acumulación de amiloide en el cerebro.
Respecto a su comportamiento, los ratones en ayunas mostraron un menor deterioro cognitivo. Tuvieron un mejor rendimiento en una prueba de resolución de laberinto en comparación con los ratones con Alzheimer alimentados con una dieta normal, y casi igualaron el rendimiento de los ratones sanos.
Además de los ratones, Valter Longo y su equipo incluyeron los resultados de un ensayo clínico de Fase 1 realizado en pacientes humanos diagnosticados con deterioro cognitivo leve. La investigación incluyo a 40 participantes que fueron colocados de forma aleatoria en dos grupos. El primer grupo siguió una dieta de ayuno una vez al mes durante cinco días, y el segundo debía tomar durante ese tiempo pasta o arroz como comida principal.
Los resultados iniciales del ensayo han sido prometedores para los pacientes que se encuentran en fase inicial de Alzheimer, explica Longo. Los investigadores esperan que también se traduzca en otros beneficios, como la pérdida de masa grasa sin pérdida de masa muscular y la mejora de los factores de riesgo cardiometabólico, especialmente en personas con sobrepeso u obesidad.