La familia propietaria del Caballo Blanco reabre el histórico local

El Caballo Blanco es un clásico en la zona de San Miguel. Porque… ¿Quién no se ha sentado alguna vez en sus mesas para tomarse una caña o un pincho de tortilla? El Caballo Blanco abrió sus puertas en 1964 de la mano de su fundador, Alfonso Mayayo.

Y ahora, casi 60 años después, y tras una década en la que el bar ha estado alquilado, la familia propietaria vuelve a tomar las riendas de esta cafetería cervecería que vuelve con mas fuerza que nunca para retomar sus viejas recetas de siempre dirigido por los hermanos Alberto, Ana Cristina y Alfonso Mayayo, y por Tomy Giménez,

El Caballo Blanco tiene una situación envidiable, haciendo chaflán entre la plaza y la calle de San Miguel. Su historia se retrotrae a los años 60, cuando Alfonso Mayayo abrió una cafetería que los medios de la época calificaban como ‘una brillante y luminosa cafetería, montada con el más exquisito gusto de nuestros días, y con una enorme cueva o bodegón en el subterráneo, que está llamado a tener un éxito sin precedentes de público, no solo por lo sugestivo, fresco y acogedor del sitio, sino por su sabrosísimo Jamón de Teruel que allí se puede comer“.

El Caballo Blanco

La apertura de El Caballo Blanco en 1964 fue noticia por su modernidad / Familia Mayayo

Alberto Mayayo, hijo del fundador, ha explicado a HOY ARAGÓN que cuando se inauguró El Caballo Blanco, “había dos cortadores de jamón, uno en la bodega y otro en la planta calle, llegando a cortarse hasta 30 jamones en un día dada la afluencia de clientes“. Unos clientes fieles que siguen llenando este bar cervecería a diario, mientras toman sus consumiciones con vistas a la iglesia de San Miguel.

UNA REAPERTURA CON LOS CLÁSICOS DE SIEMPRE

Ahora, décadas después de su apertura, y tras 12 años en los que el local ha estado alquilado por la familia propietaria, los hijos del fundador toman las riendas para devolver el brillo de antaño y llenar la vitrina con comida casera de siempre. “Queremos que El Caballo Blanco vuelva a convertirse en un punto de encuentro en el barrio, en el bar de siempre en el que se junta la clientela que vive por la zona, además de gente que trabaja en el entorno, que están de compras por San Miguel o que vienen a una boda a la iglesia de San Miguel”, explica Alberto.

Y para conseguirlo, además de recuperar el ambiente y el servicio de siempre, desde este bar familiar quieren mantener la tradición “recuperando las recetas clásicas que preparaba nuestra madre, con raciones, tapas y comida de siempre, elaborados con materia prima de primera calidad, como el Aceite de Marta, un aceite de oliva de la Denominación de Origen del Bajo Aragón”

Entre los imprescindibles, figuran sus empanadillas, o la tortilla de patata. Tampoco podemos olvidarnos de sus míticas raciones de albóndigas, o su ensaladilla rusa. Tapas y raciones de toda la vida que se elaboran siguiendo las recetas originales de la Tomy Giménez y que hicieron famoso a este bar. Para acompañar las tapas y raciones que podremos ver en la barra, en El Caballo Blanco también trabajan la caña bien tirada. 

Además de raciones y tapas, en El Caballo Blanco ofrecerán desde la 7 de la mañana desayunos, con  café de alta gama de El Criollo, además de churros, porras, bollería artesana y tostadas que saben a gloria. No en vano, son elaboradas con un pan elaborado en la panadería obrador Felipe Serrano, en El Burgo de Ebro que ha sido premiado. Y por las tardes, en este bar de la calle San Miguel también quieren apostar “por la copa bien puesta, con primeras marcas y una excelente relación calidad/precio”, en palabras de Alfonso Mayayo.

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